Por: Camila Pardo
La vida es el misterio más bonito por el que vale la pena preguntarse todo. De hecho, el
mundo, la ciencia, el comportamiento social, las leyes, la política, y hasta la mercadotecnia
gira en torno a esa simple y única verdad que existe y se refuerza al nacer, vamos a morir.
Le tenemos miedo a lo determinante y nos enfocamos en honrar tanto la vida, que me temo
todos somos una bola de nostálgicos años esperando ser recordados.
La historia nos han enseñado que sólo los reyes, emperatrices, figuras políticas
trascendentales, tiranos, activistas y alguno que otro artista, logran pasar lista en el libro de la
humanidad, y tenemos que afronta una verdad, la mayoría queremos ser parte de ese libro. ,
queremos ser parte de algo, darle sentido a la vida, por que, si no, ¿para que la vivimos?
Existió hace muchos años un poeta que con sus pensamientos se quedó en los libros de
México, y en mi cabeza, el decía:
Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
En México no nos despedimos, no realmente. Abrazamos el hasta luego de los que se nos
van antes, esperando con ansias volverlos a ver. Una vez al año los invocamos para que sean
partícipes de lo que se vive en este espacio sideral, para que sean testigos de lo que se han
perdido en el tiempo ausente; les honramos la memoria no dejándolos morir en ella. Porque
aquí no tienes que ser alguien, para llegar a ser nadie.
Pienso en mi abuela, que la carga en el corazón, ya su voz en mi hombro, cerquita de mi oído.
Siento que me lee, que me ve, que me visita en forma de colibrí. Se que le prendí una vela en
su altar, y regresó al llamado. Pienso en todas las abuelas, en todos nuestros muertos.
Aquí los seguiremos esperando, hasta que uno de nosotros pase, y nos toque abrazarnos del
otro lado.
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